Cuando se miente no sólo se esconde la verdad, también la cobardía.

Ahora más que nunca me estoy dando cuenta quienes son AMIGOS y quienes no. ¿Que clase de amigo desaparece por semanas y solo vuelve para pedirte favores? El tiempo te va demostrando quienes valen la pena y quienes no. Y sí, los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de las manos, a mí ya con una sola mano me alcanza y me sobra.

Un amigo no separa una pelea… llega con una patada voladora. Pero ellas? Nooo, ellas salen corriendo!

Ya me sature de sus mentiras, dios. Eso que mi mamá me lo decía todo el tiempo: Anita de mi corazón (¿) no cuentes con “Pedrita” (le puse ese apodo por la historia de “Pedro y El Lobo”). Y yo que decía? Mamá, yo se que “Pedrita” va a ir. Y NO! Claro, me olvidé de las otras 20 veces que dijo que iba a ir y no fue nada. Lo peor no son sus mentiras, es que ya no puedo confiar más en ella, y por lógica la confianza es una de las cosas más importantes de la amistad.

Al fin y al cabo se terminan descubriendo, las mentiras se van pisando los talones una a la otra. Pero mi amor, NI SIQUIERA tenes memoria como para acordarte de tus mentiras. Y para variar, leí en algún lugar que en general el ser humano pasa más tiempo mintiendo que diciendo la verdad! No puedo negar que nunca dije alguna mentira piadosa como cuando me conecto a la computadora y digo… nada más voy a mirar si me llego algún mail o a buscar algo de información y dos horas después sigo ahí sentada chusmeando en el facebook. O la típica, decir que el lunes empiezo con la dieta ¿y que termino haciendo el lunes a la mañana? desayunando media docena de facturas. Su vida entera es una mentiraaaaaa!

Ya está (respiro hondo). Me relajé. Che… me cansé de ser siempre yo la que organiza las salidas, media pila, please! Encima las vacaciones se me están pasando demasiado lentas. Ya tengo que buscar algo para entretenerme sola!

Anabella